Niña otra vez...

Quisiera volver a tener la inocencia de un niño...

¿A cuántos de ustedes no se les ha pasado por la mente la frase “Quisiera volver a ser un niño”? Puedo poner mis manos en el fuego y apostar que a más de uno un día cualquiera, les han dado ganas de volver a ser niños, volver a vivir aquellos años de ternura... Aquellos años dorados donde no éramos más que unos infantes… Éramos unos niños con todo un mundo por descubrir.

Llevo días pensando en esto, y es que me ha dado como flojera de levantarme y pisar tierra firme. Afrontar realidades, responsabilidades. Escuchar de política, economía, cultura y Dios sabe cuánta bobería mas, de las cosas por las que se preocupan los mayores, (cosas de adultos).

Puede que les parezca bobo de mi parte y poco maduro desear cosas tan tontas. Pero piénsenlo un minuto. Piense lo que es la Madurez y todo el paquetón que trae incluida…

Ser maduro es levantarse temprano en la mañana, sin tiempo a observar el cielo azul. Salir apurados de la casa, sin tomarnos un momento para agradecer el nuevo día. Ir al trabajo, a la uní, afrontar los deberes del día a día, siempre igual, sin tener chance de disfrutar las cosas que nos brinda el mundo. Y es que es así, por más que no queramos, por más que lo intentemos, ser maduros significa, dejar a un lado las fantasías, los cuentos y quizás para muchos, las sonrisas.

Y créanme o no, yo estoy segura que ese es uno de los problemas que tiene la sociedad hoy en día. Las personas han perdido entre tanta modernidad y tanto agite, el niño que llevan dentro, y quizás sea bobería pero es así. Han dejado de apreciar lo bello de las cosas más simples, como una flor, o una gota de lluvia. Ahora corren agitados por un mundo del que poco comprenden, del que muchos temen y en el que muchos otros salen perdiendo más que lo que ganan (vale, puede que no sea tan feo como lo pinto. Pero, hay que ser francos, apesta...).

Al volvernos adultos (o “maduros”) dejamos de un lado toda aquella inocencia. Dejamos guardados en la alacena aquellos sueños que teníamos de pequeños. Y enterramos bajo el árbol del jardín aquellas promesas con la esperanza de algún dia desenterrarlas, y ellas con la esperanza de ser desenterradas y ser cumplidas… Y vemos como los años van pasando y nuevas responsabilidades se suman a nuestro calendario, y los años pasan por encima de otros y cuando te haces cuenta, te estas sumando a nuevos riesgos, nuevas propuestas, a un nuevo mundo, y ya das por olvidada y enterrada aquella infancia, aquel niño que un dia fuiste… (triste no???)

Por eso les vuelvo a decir… Tengo ganas de volver el tiempo y ser niña otra vez. Dejar de lado la madurez, los problemas, el mundo que me vuelve loca. Dejar de lado este ser maduro y adulto en que me estoy convirtiendo..

Y es que me ha apetecido ser niña otra vez, para ver el mundo con ojos inocentes, con ojos que no entienden. Quisiera sentir la ternura de los dias, la suavidad de la brisa. Quisiera ver la lluvia, correr bajo de ella. Quisiera volver a soñar que vuelo, que puedo, que siento… Quisiera ser niña otra vez, y jugar que soy pirata, astronauta, bailarina…en fin. Volver a soñar como niña. Volver a vivir esa vida de cuentos de hadas, con príncipes azules… Con finales felices..

Y pues, vuelvo a la realidad. No puedo retroceder el tiempo (aun no ha inventado la maquina del tiempo no??) ni puedo obviar mis responsabilidades, ni los problemas, ni e mundo en general.
Pero..¿Saben? Quizas no pueda ser una niña otra vez, en edad. Pero se algo que si puedo hacer. Puedo vivir con esa alma de niño eterno que quizás ya tengo, porque puedo mirar al mundo con una sonrisa. Puedo levantarme con esperanzas, con alegría. Puedo ver el cielo más azul y ver la inmensidad del mar. Deshojo girasoles. Canto bajo la lluvia. Lloro con tonterías y sueño despierta a diario. Vivo como niña, porque a la final, el mundo de los pequeños es mas alegre, mas verdadero…

Hoy soy una niña otra vez, porque me he dado cuenta que para ser pequeños no cuenta nada mas la edad, sino el ritmo con que late tu corazón. Hoy soy niña otra vez, porque me ha apetecido dejar mi mundo maduro atrás.

Hoy soy una niña otra vez, porque vi llover y cante…