No tuve que tocarlas. No fue necesario respirar profundo. No necesité un segundo más para darme cuenta que mis alas se habían quebrado.
Es curioso voltear y ver como pluma a pluma mis alas se iban rasgando. Pero aún así, observando con detenimiento a través del espejo -pues no tenía valor suficiente para verme de frente a mi misma- las cenizas de mis ilusiones se acumulaban en el pecho y las gotas de desilusión se colaban por las orillas de mis ojos, que entre alegrías y enojos te dejaban a ti en aquel lugar. Te mojaban, te inundaban, te salpicaban, y a la vez, te escurrían, te evaporaban, te secaban, o mejor dicho, te sacaban de mi vida.
Llevo días jugando al escondite con mis recuerdos. Cuando siento que golpeas las puertas, ventanas de mi memoria corro como jamás quise hacerlo para no tener que volver a recordarte.
Es curioso voltear y ver como cual gotero mi alma va empapando y ahogando cada alusión de tu nombre en mi mente, y así, provoca un gran tsunami de desesperación.
Quisiera ser un barquito de papel.
Quisiera lanzarme por aquel río que que nace desde mi almohada y llega hasta su fin en el océano de nada dentro de tu mirada. Quisiera conducirme como cual barquito de papel por las orillas del cauce de éste río y disfrutar de las maravillas, y no vivir nadando como siempre lo hacía sin cansarme, sin agotarme, puesto que tenía que llegar de alguna manera hasta a ti.
Quisiera ser un barquito de papel para tirar ancla y quedarme allí, estancada, inmóvil, inerte, estática, observar la magnificencia del mar, cómo el azul del cielo se disfraza con el azul del agua salada, y así tener la potestad de levantar ancla y virar timón, regresar a casa, regresar a mi lugar, mi hogar.
También quisiera ser un avióncito de papel.
Quisiera aventurarme por los vientos de cambio que parten desde mi corazón y llegar hasta el glacial álgido que bombea al son de latidos tu vida. Quisiera planear como cual avióncito de papel por el cielo raso de mis deseos y disfrutar del aire fresco, de la helada brisa enrojeciendo mis mejillas y no vivir enterrándome poco a poco en los pasados de un pasado que no pasó.
Quisiera ser un avióncito de papel para emprender vuelo y quedarme sostenida sobre una nube, comparar el blanco de mi alma con el blanco de ese paraíso sobre cúmulos de aire y agua, y así, aprender a aterrizar sobre las heridas del futuro.
También quisiera ser un carrito de papel.
Quisiera correr por las autopistas del olvido, y conducirme sin frenos por las calles de tu Adiós y llegar hasta tu regazo. Quisiera transitar como cual carrito de papel por las avenidas de mi corazón, sin preocuparme por el tráfico y las señales que me indiquen algún desvío, y atravesar travesías, calles, vías y bulevares enteros para desprenderme de mi, de ti y hallar libertad, y encontrar un sentimiento nuevo muy lejos de aquí.
Quisiera ser un carrito de papel para rodar por los rincones de mi desasosiego y calmar mis ansias a 120, 150, 200 km por hora y sentir el viento golpeando mi cara, dejar atrás tan rápido como pueda tu ausencia y despreocuparme por un futuro sin mañana.
Es curioso saber como un papel puede aguantarlo todo.
Podría ser un Barquito, Avióncito o Carrito de Papel, y podría mirar desde muy lejos mis ojos lacrimosos y mi nariz enrojecida. Río de melancolías en mis tobillos, Aire y viento dando vueltas en mi habitación, y un callejón que solo conduce a ti.
Quisiera ser un Barquito, Avióncito o Carrito de Papel, para no tener una Sonrisa de Papel.. Y así, Empezar una Nueva Vida... de Verdad.
