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miércoles, 3 de junio de 2009

La Profecía de los No Perdonados

La madrugada del 14 de Junio de 1745 se escucharon voces en lo alto de la montaña. Ya entre la gente de la aldea se corrían rumores de magia negra, de rituales con sangre y de sacrificios humanos en aquel lugar, por eso nadie acostumbraba a andar de noche por ahí.

El aprendiz de mago se paseaba nervioso de un lado a otro, mientras su viejo maestro, el Hierofante, meditaba tranquilamente. Era su futuro el que estaba en juego; de cuando en cuando miraba al anciano, que con una expresión de paz en el rostro mantenía los ojos cerrados y las manos elevadas hacia el cielo. Minutos atrás había comenzado su iniciación, la cual había estado esperando ansiosamente las últimas semanas, luego de caminar sin tregua y bajo el sol desde su lejana tierra natal hasta aquel sitio perdido entre la maleza.

-No quisiera interrumpirle, maestro, pero...

El Hierofante se limitó a levantar la mano derecha extendida en dirección al aprendiz, quien hizo silencio en el acto. A pesar de su rebeldía e impaciencia, respetaba y admiraba profundamente al viejo, y comprendía lo importante de obedecerle en aquel momento. Durante esa noche nublada no resplandecía la luz de luna, por lo que la oscuridad invadía todo alrededor de ellos. Pero de pronto, hubo suficiente claridad para ver lo que era necesario observar.

El viento comenzó a soplar más fuerte, arrastrando las hojas secas consigo, y las nubes comenzaron a moverse dando paso a las estrellas, brillando en todo su esplendor. El maestro terminó de hacer a un lado las hojas que quedaban, dejando al descubierto un pentáculo perfecto marcado en la piedra.

-Es el momento, hijo -le dijo al aprendiz-. Es la hora de tu profecía.

Sin vacilar, el joven mago tomó la daga plateada en su mano derecha e hizo un corte profundo en su muñeca izquierda. La sangre comenzó a brotar, y cayó gota a gota sobre el pentagrama. Los espíritus de la montaña se hicieron partícipes del encuentro, atraídos por la ofrenda de vida, y justo al oído del temeroso muchacho comenzaron a contarle su destino, uno del cual no habría forma de escapar:

Señales torcidas hallarás en tu camino como muestras extrañas de que tu futuro ya esta escrito. Escucharás las voces del infierno, sentirás su fuego, caerás en su red y te perderás en la mentira, consumido en la ilusión de lo perfecto; y tu dios castigará tus actos impuros encadenando tu espíritu a la prisión de los tormentos. Llorarás sin cesar, tu sangre inundará la tierra a tus pies, y las cadenas se tornarán parte de tu piel, mientras pides misericordia. Serás un demonio, un espectro viviente, hasta la luz te rechazará, convirtiendote para siempre en un marginado del amor.

El llanto se contenía a duras penas en el rostro del aprendiz, que no comprendía lo inmundo de su futuro.

-¡No entiendo, maestro! -gritó, cayendo de rodillas al suelo-. ¿Acaso para sufrir me he convertido en mago? ¿Acaso es el mío un camino imperfecto?

De la sangre caída sobre el pentagrama surgió una llave, reluciente como la plata. El Hierofante la tomó, mostrándola ante los ojos incrédulos del muchacho y luego la arrojó hacia el horizonte, tan lejos como no fue posible verla de nuevo.

-Esa llave es tu salvación, tu eres el Druida, el elegido -dijo el maestro-. En tu sufrimiento se purgarán las almas de los caídos, de los vencidos y los perdidos, y cuando encuentres la llave que abre los caminos de la luz, encontrarás el amor. A través de la magia, del poder de la sabiduría, de la introspección encontrarás las respuestas, y esas respuestas te llevarán justo frente a tu Otra Parte, a tu compañera, aquella en cuyo interior fue sepultada la llave de tu libertad.

El mago no fue capaz de entender. Había perdido mucha sangre, y se desmayó. Pero en su inconsciencia, alcanzó a escuchar las últimas palabras de los espíritus:

Eres el Druida, el monarca de los condenados, el último de los no perdonados… en tus ojos está escrita la verdad, en tus manos está la esperanza de tu tiempo.

-Así no lo parezca, el amor es el único camino -sentenció el Hierofante, antes de abandonar al aprendiz a su suerte, y emprender el camino de regreso al pueblo.

=FNX=

1 comentarios:

|Ed| dijo...

No quería comentar esto en el post... Por eso lo hago acá. De verdad que me siento muy contento por la invitación a publicar en CL, lo hago con una entrada muy especial, muy simbólica, que quizá tenga referencias a cosas que no todos conocen (el Druida, el Hierofante, el pentáculo o pentagrama, en fin, la magia) pero es una metáfora para todos aquellos que de alguna u otra forma se sienten perdidos, ignorados o no escuchados... Ojalá les ayude a comprender muchas cosas de sí mismos, como a mi.
De seguro, muy pronto tendrán algo nuevo del FNX por acá. Saludos.